La invasión de artesanías falsificadas provenientes de algunos países asiáticos, fabricadas con procesos industriales, es la más grave amenaza que angustia a los artesanos de los países Latinoamericanos. En esta parte del continente se estima en 25 millones la cantidad de artesanos, de los cuales un porcentaje alto son indígenas y campesinos. El problema adquiere mayor dramatismo si se considera que estos creadores están ubicados en los segmentos de la población con más dificultades económicas.
Por ejemplo, un estudio efectuado en Colombia hace pocos años, reveló que en varios países de Sudamérica los artesanos habían perdido casi el 30% de sus ingresos como consecuencia de la invasión de artesanías falsificadas. En el país vecino, Panamá, el gobierno debió tomar fuertes medidas para detener la importación de falsificaciones de su artesanía más emblemática: Las “molas kunas” que es un producto de arte textil tradicional de la etnia Kuna de ese país. Este hecho amenazaba la supervivencia económica de sus autores legítimos, los habitantes de las Islas de San Blas.
Este fenómeno no solo afecta a países en vías de desarrollo. Por ejemplo, en Estados Unidos, un estudio efectuado a mediados de la década pasada, reveló que los artesanos de las comunidades indígenas estaban perdiendo US$1000 millones por año, como consecuencia de las artesanías falsificadas traídas de Oriente. Existen estudios similares al respecto de Canadá, Australia y países europeos.
En varios países, los gobiernos y las propias organizaciones que agrupan a los artesanos se han unido para afrontar este problema. Estados Unidos ha sido uno de los más drásticos, con leyes especiales o modificaciones a las existentes. Tienen la “Ley General de Comercio y Competencia” que “exige que en los productos importados de estilo indígena se indique de manera indeleble, (no basta una simple etiqueta adhesiva) el país de origen”. Igualmente, la “Ley de Artes y Oficios de los Indígenas” que prohíbe la comercialización ilegal de productos no indígenas como si fueran de fabricación aborigen, estableciendo multas de hasta US$250.000 o cárcel de hasta cinco años para los infractores. Sin embargo, no son suficientes las leyes, sino también se requiere de la voluntad política e integración entre las fuerzas gubernamentales y los artesanos nacionales.
Un excelente ejemplo, de efectiva voluntad política, fue que el gobierno norteamericano obligó a rectificar a un país asiático que había “bautizado” a un lugar con el nombre de la comunidad norteamericana “zuni”, para utilizar fraudulentamente el sello “artesanía zuni”. Otro buen ejemplo, se ha dado en Australia, donde impera el derecho sajón, por los Tribunales que han establecido Jurisprudencia, por medio de varias sentencias, sobre el carácter delictual de las imitaciones de artesanías australianas importadas desde Asia, con condenas y multas muy elevadas.
En Colombia, un país que tiene un millón doscientos mil artesanos censados, se ha creado una Empresa mixta llamada “Artesanías de Colombia” que protege y promueve nacional e internacionalmente la obra de los artesanos. Esta empresa en su Junta Directiva es presidida por el ministro de Economía, y entre sus funciones, está la administración del sello de autenticidad llamado “Sello de calidad hecho a mano”.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO por sus siglas en inglés) a nivel supranacional ha formulado iniciativas y recomendaciones orientadas a proponer a los gobiernos de los países miembros a implementar políticas, leyes y programas que efectivamente protejan a los productores artesanales. La más conocida es el programa “Sello de Excelencia Artesanal UNESCO”, que ha sido aplicado en varios países de América Latina como Colombia, Ecuador, Chile, Perú, Argentina y México. Dentro de este programa, se incluyen aspectos relacionados con el fomento, capacitación, registro de artesanos y catálogos de sus diseños, asesoría para aplicar mecanismos de propiedad intelectual, comercialización y Certificados de Autenticidad, Origen y Calidad.
Países como Panamá han creado dentro de su marco institucional, entes especializados como la Dirección General de Artesanías Nacionales, dentro de su Ministerio de Economía, que cuenta con una Unidad especializada que lleva el “Certificado de Autenticidad y Originalidad de las Artesanías Panameñas”. Otro aspecto interesante de la legislación panameña es el reconocimiento de los “Derechos de Autor Colectivos” para las artesanías y expresiones folklóricas, cuyo registro no caduca.
En Chile, el articulo 37 de su política cultural establece: “Crear un sistema de certificación de origen y características de la artesanía nacional, que permita garantizar la autenticidad de los productos y mejorar la calidad”, como parte de un programa mas amplio de promoción y protección de las Artesanías llamado “Sello Excelencia Artesanía Chile”.
En México, país artesanal por excelencia, existe desde hace muchos años una Institución muy efectiva en esta labor, como lo es el Fondo Nacional Para El Fomento De Las Artesanías (FONART), sin perjuicio de lo cual en los años mas recientes se han dictado leyes que endurecen las sanciones a las falsificaciones importadas.
En Costa Rica, esta grave problemática también esta afectando a nuestros artesanos. En muchas tiendas se le venden fraudulentamente a los ticos y a los turistas artesanías falsificadas. Un dirigente de la Cámara de Importadores me contó hace poco que fue testigo, en una misión comercial a un país asiático, de una fábrica en la que se producían “artesanías ticas”. Igualmente, un grupo de amigos artesanos de Sarchí me contaron también de sus dificultades por la competencia desleal de productos similares a los suyos, hechos industrialmente, que les están destruyendo su esfuerzo.
Hay algunas iniciativas privadas muy meritorias como el proyecto “ie´pa” (vocablo del lenguaje indígena bribri que significa “ellos y ellas”) que busca fortalecer y fomentar el desarrollo sostenible de las artesanías en Costa Rica y Bután. Entre sus objetivos contempla la creación de un sistema de Certificación de Autenticidad y un Sello de “Costa Rica Artesanías Hand Made”. Este proyecto esta constituido como Fundacion, sin embargo, se requiere de una acción mucho más amplia, profunda y sobre todo urgente en la que el Estado debe comprometerse activamente.
Por medio de los entes como el Ministerio de Economía, el Ministerio de Cultura y Juventud, el Instituto Costarricense de Turismo y el Instituto Nacional de Aprendizaje se podrían unir esfuerzos y generar recursos para elaborar un plan o proyecto que ayude a las diversas organizaciones de los artesanos nacionales a implementar un modelo efectivo de certificación de autenticidad, que incluya la penalización como delito grave la importación de falsificaciones, la promoción nacional e internacional, defensa y desarrollo de este rico y tan valioso patrimonio socioeconómico y cultural. En los ejemplos citados de otros países hay un bagaje de experiencias y buenas practicas que podrían servir para desarrollar el modelo costarricense.
Expresidente de ACOPROT.
Publicado en la Revista PODER, el 4 de julio de 2012.
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