Entre las políticas migratorias y las turísticas existe una fuerte interrelación que data de décadas. Basta con saber que, cuando se creó la primera entidad pública dedicada al turismo, incluía, entre sus potestades, las relacionadas con asuntos de migración. Se trató de la Junta Nacional de Turismo y Migración, instituida por ley y promulgada en el año 1929, durante el gobierno de Cleto González Víquez. Del mismo modo, la Iglesia Católica tiene establecida la Pastoral para el Turismo y las Migraciones desde hace 40 años, conocida también como la Pastoral de la Movilidad Humana.

Cabe también mencionar que gran parte de la excelente imagen que Costa Rica tiene en Estados Unidos (su principal mercado turístico) y en otras latitudes, se debe a los pensionados y residentes extranjeros que viven aquí, quienes nos promocionan boca a boca –de forma muy efectiva– en sus países de origen entre sus parientes, amigos, colegas…

Apertura y buena imagen. Costa Rica, gracias a su política migratoria abierta, disfruta de una buena imagen en el mundo de los negocios internacionales y del turismo, lo cual es reconocido y valorado con un favorable puntaje en la encuesta anual que efectúa el Foro Económico Mundial de Davos, sobre competitividad turística de los países. Esto es particularmente importante respecto de las naciones que son mercados turísticos prioritarios para Costa Rica, los cuales se verían gravemente afectados si se aplicaran políticas migratorias restrictivas o con trámites excesivos.

Asimismo, es importante tomar en cuenta lo que corresponde a los permisos para que ejecutivos y profesionales extranjeros puedan residir y trabajar en empresas turísticas costarricenses. En nuestro país existe una gran cantidad de compañías dedicadas al turismo cuyos propietarios son ciudadanos de otras naciones, lo cual ha generado que puestos de confianza –como la gerencia general u otros similares– sean ocupados por personas de su misma nacionalidad. Mi experiencia personal, luego de más de 35 años en el sector turismo de Costa Rica, es que, después de algunos años, esos inversionistas extranjeros se han enamorado del país y de su gente, y este requisito deja de ser importante para ellos, pero en los inicios de la empresa puede ser un factor clave para decidirse a efectuar la inversión.

Carencias. Hay también algunos puestos de trabajo sobre los que lamentablemente sufrimos de una grave inopia. En un estudio efectuado por ACOPROT, en el año 2005, se analizaron cualitativa y cuantitativamente las necesidades en educación turística que tenía el país; esto permitió identificar diversas posiciones laborales en las que el sistema educativo no está generando los técnicos o profesionales que el país necesita –uno de estos es el de chefs, por ejemplo–, lo que obliga a nuestros empresarios a buscar personal en otras latitudes.

Siendo este el panorama vigente, nos parece que las relaciones entre el sector turismo, tanto en el ámbito público como en el privado, y el ente encargado de la materia migratoria, deben ser muy bien coordinadas mediante instancias permanentes que aseguren una buena comunicación y comprensión de las necesidades mutuas.

Publicado en La Nación, el 25 de febrero de 2009.