Mi madre junto a mis cuatro hijos en nuestra casa de Curridabat, Costa Rica, en el año 1986.

Para los hijos, las madres son siempre reinas. La tradición matriarcal, ha sido fuerte en mi vida. Mi padre, Carlos Alberto Lizama Poblete (1906-1960), quien murió a los 54 años, me transmitió este sentido matriarcal cuando hablaba con emoción de su madre, mi abuelita, Juanita de Dios Poblete Zapata de Lizama. No la conocí, ya que falleció en el año 1942, el mismo de mi nacimiento. En la rama materna, mi abuela, Teresa Grebe de Hernández, que vivió más de cien años, fue durante muchas décadas, el centro aglutinador de centenares de familiares, que sentían en ella el tronco común.