• El Tratado de Cielos Abiertos ha traído bonanza a Costa Rica

Este año se cumplen tres décadas de la firma del Tratado de Cielos Abiertos, suscrito entre los Estados Unidos y Costa Rica. El hecho tiene una trascendencia mayor que la que normalmente le atribuimos pues fue el primero de estas características en el mundo.

El origen del Tratado tuvo antecedentes diferentes en ambos países. En Estados Unidos respondió a una iniciativa llamada “desregulación del transporte aéreo”, impulsada por el presidente Carter y sustentada intelectualmente por un profesor de ciencias económicas de la Universidad de Cornell, Alfred E. Kahn. La iniciativa se concretó en la Deregulation Act (ley), aprobada en octubre de 1978. Su principal meta fue “eliminar los controles gubernamentales sobre las tarifas, las rutas y el acceso a los mercados en la aviación comercial”.

En Costa Rica, la causa se dio ante las peticiones de los sectores exportador y turístico, que consideraban necesario que el país adoptase una política de cielos abiertos con sus mercados principales.

Esos planteamientos fueron acogidos por el entonces presidente de la República, Rodrigo Carazo, y por su ministro de Transportes, Rodolfo Méndez Mata.

Restricciones. No obstante, pese a que el Acuerdo le daba una apertura ilimitada a las aerolíneas norteamericanas, no hubo interés de su parte por operar hacia Costa Rica. Para el caso de la línea aérea nacional, el tratado no era tan favorable ya que restringía el acceso al mercado norteamericano a sólo unas ciudades, incluyendo dos obligatorias por ubicarse en Estados que vivían una fuerte recesión económica. Esta desigualdad la obligaba a prestar un servicio aéreo a rutas ruinosas y nada rentables. Solamente en 1990, LACSA, con el apoyo del Gobierno de la República, logró eliminar estas restricciones.

Precisamente en este período –fin de 1980 y principio de 1990– la situación dio un cambio enorme, gracias a la pacificación de los conflictos bélicos centroamericanos, que dio paso a la proyección internacional de Costa Rica como país de “naturaleza y de paz” y a una vigorosa campaña impulsada por el Instituto Costarricense de Turismo (ICT) y LACSA en el mercado norteamericano, dentro de la cual tuvo un papel preponderante la creación de EXPOTUR como primera bolsa en Latinoamérica de comercialización turística. Todo esto dio como consecuencia que, en 1990, la empresa American Airlines abriese sus rutas a Costa Rica con una filosofía empresarial mucho más decidida que la que habían tenido sus antecesoras Pan Am e Eastern Airlines.

A los pocos años, se les unieron United, Continental, Delta, USAIR y otras, haciendo uso intensivo de la apertura que les brindaba el Tratado.

La evaluación actual de este proceso es muy positiva. En estos 30 años, la demanda de turistas norteamericanos llegados cada año a Costa Rica subió espectacularmen-te: de solo 66.524 que recibimos en 1979, se aumentó a 790.315 en el 2007. Eso representa un crecimiento equivalente al tamaño de ese mercado multiplicado por 11.

Proporcionalmente, también ha habido un cambio interesante: mientras, en 1980, los turistas de Estados Unidos representaban sólo el 18.3% de los visitantes extranjeros al país, en la actualidad representan el 40%. Ellos son además los de mayor tiempo de estadía y de más consumo durante su visita.

Con este panorama, no cabe duda de que, a la larga, el Tratado de Cielos Abiertos ha traído bonanza a Costa Rica. Por lo tanto, su aniversario amerita celebrarse.

Publicado en La Nación, el 7 de mayo de 2009.