Sarita Madrigal de Valverde tenía apenas 17 años cuando para ayudar a su madre y hermanos ingresó a trabajar como oficinista en el Ministerio de Hacienda. A los pocos meses, llamó la atención por su inteligencia y dedicación, al extremo de ser propuesta como secretaria del ministro; pero como no sabía taquigrafía, ni dactilografía, ni tenía experiencia, no pudo aplicar para el puesto. No obstante, esto provocó en ella alcanzar su primer gran desafío.